viernes, 7 de agosto de 2009

Espejismo de soledad

Recreo una escena hitchcokiana y me veo casi como la sombra de Greta Garbo cuando rechazó el papel de Rebecca. Es de tarde... caminé horas por el mercado de libros de Sant Martí pero llegué tarde, llegué para dar una vuelta rápida... los ejemplares son antiguos, tienen olor a resina, páginas amarillas de papel secante, tapas duras como la Biblia del párroco de un pueblo antiguo. Hay muchos en catalán o de escritores desconocidos para mí, caigo en la cuenta de que lo único argentino que florece, capaz, es el Martín Fierro. No conocen a mi famoso Borges o a mi imaginario Cortazar. Busco desesperadamente algo para comprar, algo para que me acompañe en estos días semi grises... encuentro la obra abierta de Umberto Eco, pienso en "Apocalípticos e integrados" y me lo llevo, tiene todas las características que antes enumeré. Sigo caminando y me encuentro con más y más literatura extraterrestre (al menos para mí), hasta que lo veo: "1984, George Orwell", me emocioné. Lo cogí y flipé... tenía la contrapartida de Huxley y de su "mundo feliz", lo vi... salía tan sólo 3 euros. Corrí hacia la meta, estaba apunto de convertirlo en mío cuando me di cuenta de la cruel realidad: estaba en catalán. Deprimida y viendo como todos los puestos iban recogiendo sus libros y guardándolos en grandes conteineres seguí con mi búsqueda, hasta que finalmente después de revolver y hostigar encontré el mismo 1984 en castellano. La culminación de la movida "libro añejo" terminó cuando me enamoré por primera vez: era un ejemplar suave, con tapa dura y almohadonada, de color verde e impresiones en dorado, intacto, bello... era más guapo y perfecto que cualquier otro libro, al fin lo había encontrado... las páginas crujían y eran amarillas, secantes, todo parecía entonar, inclusive su autora: Virginia Wolff... tenía que ser mío. Primera edición de 1940, 30 euros, mejor paso... con amargura y afanes de coleccionista frustrada devolví el objeto deseado a su vendedora.
Todo cerró, quedo el mercado oscuro y con aspecto a plaza Italia en mi Buenos Aires querido un sábado a la tarde… Volví a mirar, se había convertido en un baldío lleno de puestos con cds truchos y dvds, como la peotanol de Mardel... en donde está la Bristol.
A pesar de Wolff me fui feliz con mis dos adquisiciones, caminé, mi próximo destino era Montjuic. Dos veces fui para el lado contrario al rayo del sol hasta que el hambre me obligó a sacar mis sandwiches del tapper y comerlos parada en la baranda del metro. Pregunté y llegué en tinieblas a Plaza España, había una exposición de perritos y no sabía cómo llegar al teleférico. Lo increíble en este país es que cuanto más caminás, menos encontrás los lugares que estás buscando. Vi el museo de arte moderno, subí las escaleras y me quedo de fondo, era como el concepto de fondo-figura, una especie de castillo atrás y yo abajo en la fuente, contemplándolo. Me senté en el círculo acuífero, miré mi móvil, hacía dos días que no sonaba y que no tenía contacto con nadie. Prendí mi ipod y elegí una canción: "Under the bridge", me acosté sobre el pasto con la cabeza apoyada en el cemento, observando el cielo sin mirarlo, pasaban las horas... el móvil seguía sin sonar, Montjuic seguía sin aparecer, agarré una postal que le compré a mi hermanito del Barca y la escribí, "Cocu... todo sería mejor si vos estuvieras acá, nunca estuve más sola", volví a mirar para adelante... más turistas, más flashes y yo con mil palabras sin poder dejarlas ser. Una pequeña lagrima tocó mis lentes... después otra y ya más luego no las conté. Era domingo. (04/09/07)

Catalunya

Tierra desconocida llena de "art", cosmopolita por exceso y under. Manifiestos del arte son los patronos de esta región de la madre patria, arquitectos a lo Gaudí coronan las calles con su intento de recreación de mar, palacios olvidados, laberintos y barrios con particularidades que hacen flipar.
Un gótico mejor que la famosa facultad de ingeniería en ruinas de la Av. Las Heras, con construcciones lúgubres, casas altas, veredas angostas, pasadizos secretos y la catedral del mar. Plaza céntrica que reúne bares, calles que se pierden y que nunca se pueden volver a encontrar. Arte... y museos, estatuas vivientes que compiten por ver cuál es la más original, barrio de putas con “pakis” que venden cervezas por las veredas. Ay Barcelona, qué cuidad!! Pasaje mítico que desemboca en el mar... bares españolisimos donde se venden dos bocatas y te regalan una cava. Arcos, plazas, mamuts, zona bohemia con barcitos y cines retro. Seguimos por el pasaje Gaudi y reaparecemos en la Iglesia sin acabar que en sus cúpulas acumula bocadillos de mar, y del otro lado, ¿se puede pedir más? el Hospital, que se asemeja a un templo moderno y no a un hospital. Pero no sólo incluye mar... las montañas rodean la ciudad.
Quizá como centro metafísico de arte y naturaleza este lugar es más de lo que todos podemos pedir. Pero tiene un par de deficiencias:
En vez de decir "nos vemos más tarde", dicen "hasta ahorita"... en vez de decir "después vemos", dicen "luego te digo algo". El vale en vez del dale, el venga en lugar del ok... ya ni me sorprenden. Hay expresiones que me hacen elevar...
Capaz uno está contando una historia relevante... y los interlocutores se limitan a decir: "qué dices...", "qué haces...", "qué fuerte"... si es en catalán sería algo así como "qué fort"... pero estas frases me molan, no están mal.
Y la mera manera de hablar no es EL PROBLEMA, ostia puta! lo que realmente pasa es que tienen el corazón helado, lo congelaron en la nevera y no hay candor que lo derrita. Las relaciones son frías... no hay demostración. Uno se conoce con el otro, hay buena onda, está todo bien... pero los teléfonos no vuelven a sonar, todo queda diluido, volando en las redes telequinéticas.
Y está bien! El catalán habla catalán y punto, no importa que vos no lo hables... Cataluña no es España afirman con certeza. Viven aislados y felices, son prácticos, no entienden porqué la gente recurre al terapeuta, y nos ven a nosotros como personas que saben relacionarse, tienen labia, saben vender y son muy confiados.
Nos admiran por eso, pero no pueden imitarnos. (12/11/07)

Viaje 2.

Tercero. Praga.
A veces creo que la gente del este y su cortina de hierro los dejó medio trastocados. Llegamos y pregunté inocentemente cómo se llamaba la estación en donde nos encontrábamos: el señor me devolvió un ligero 'no soy un centro turístico'.
Más tarde y un poco más lejos intenté comprar un ticket de metro y el señor de información me recibió con un 'no soy un shopping' y ya para culminar el trípode
-Martín,Ane y yo- intentó sacar boleto con las monedas checas. (Cambiar de país en lugares que recién entran en la comunidad europea es... en una hora escuchar otro idioma, tener otro cambio en donde un euro pasa de ser 3500 florines, o 350 checos, o ya ni sé) La cuestión es que estábamos tratando de entender el valor de cada redondel metálico para comprar el boleto cuando un señor con un sombrero negro, ojos celestes grandes merodeaba alrededor nuestro y pelaba una mandarina con cara extraña, Martín se puso entre él y yo, parecía un psicópata. Lo bautizamos como “la mandarina mecánica”. La gente en República Checa ASUSTA, de verdad. Más allá de ese inicio Praga cautivó. Tiene un puente decorado con gárgolas que parece la entrada a un castillo desde donde se ve toda la parte vieja. Creo que lo más peculiar es la iluminación de las iglesias góticas que tienen una mezcla de castillo de Disney y de casa de Drácula, es una ciudad fantástica, en donde todos podemos sentirnos adentro de una nube de ensueño. Anduvimos por el barrio judío... entré a una sinagoga museo que tenía escritos en las paredes de sus tres pisos los judíos muertos en la segunda guerra mundial, también paseamos por el cementerio que es más antiguo y que va por capas: hay como tres capas de tumbas superpuestas, lápidas colocadas de una manera irregular, de piedra... algunas más grandes, más chicas... más oscuras: Increíble.
La culminación.
Cena en una Praga con niebla abajo de algún puente con el embajador argentino de Praga! surrealista... la charla se basó en “El Quijote”. Martín y Juan Eduardo conversaban mientras Ane y yo sólo podíamos tratar de entender lo que estábamos viviendo.
El gran prócer de este lugar: KAFKA.

Cuarto y (mejor). BERLIN.
Me cuesta poner en palabras lo que produce Berlín. Escuché mucho: “que hay que ir a Berlín, que está de moda... que tal que tul...que tiene todo...” EN FIN.
La realidad es que hasta que uno no se para en esa ciudad no entiende lo que es.
Es el cúmulo de historia del siglo XX, es la ciudad RECONSTRUIDA en su totalidad lo que impacta (destruyeron el 80% de su territorio, entre las dos guerras y la guerra fría). Es entender cómo una nación puede volver de las cenizas y pararse mejor que nadie.
Una restructuración de 1880 que todavía está vigente en las calles con sus veredas anchas, todo pulcro, ordenado; un metro pensado para conectar toda la ciudad. Y otro para hacer visitas por los bunker.
Es difícil pero hay que sólo imaginar que uno se desayuna en Berlín de que el muro no era una pared que dividía a la ciudad en dos partes, el muro cercaba la parte occidental... Berlín occidental estaba cercada por todos los lados por la muralla. Caminar por la calles y ver los adoquines que son los resabios del MURO... casi no queda nada... y llegar a la East Gallery, en donde está toda la parte de ese muro pintada... por artistas, por gente común, por nosotros... darse cuenta que cruzar el muro no era saltar y estar del otro lado... había dos muros (el interno y el externo, había 10 metros de distancia entre cada uno). Es tan fuerte todo... TAN FUERTE-
Pero Berlín no termina en sus reconstrucciones (hay edificios que los reconstruyeron cuatro veces), o en su famosa torre de TV (que construyeron los soviéticos para demostrarle a los capitalistas que ellos también podían), eso solo es el marco histórico: en Berlín hay arte... hay casas ocupas cubiertas de gráfitis. Vas caminando tranquilo mirando esos dibujos que decoran la solemne ciudad y de repente te percatas de que hay un galpón que parece abandonado, te introducís y te encontrças con sillas aterciopeladas del 40`, luces verdes, carteles de la RSSS, toros mecánicos y grafittis por todos lados...seguis caminando, ves una escalera, subís... está oscuro... te guías por el oído y apareces tres pisos arriba en un bar retro. Berlín es ASÍ. Llegué capaz al amor total la noche en que luego de conocer todo tipo de bares terminé en uno en el que todos los alemanes bailaban Gitana de los Cadillacs y un dragón que estaba colgado en el techo se prendía fuego al ritmo de la música.
La última noche, creo y con este creo afirmó que mi pasión micro cultural llegó a su momento perfecto, hablé con Ralph... un alemán del este que cruzó al oeste... en su inglés primitivo me relató el momento en que se sentó en el muro: miró para un lado, miró para el otro y decidió saltar... corrió y llegó al río (hay partes del muro que dividían el agua) y nadó... nadó y se sumergió al ver un vote con oficiales soviéticos... nadó y llegó al otro lado en dónde se encontró con unos soldados que le dieron vodka.
El tour después de ver la parte futurista (el sony center) que es un avance de Japón, la parte simbólica (el monumento a los muertos en el holocausto) y el mucho más simbolista que simbólico museo judío... terminó en un campo de concentración...
¿qué puedo decir?
Nos enteramos de que fue también usado por los rusos en la guerra fría, que los primeros prisioneros fueron en el 33... y eran funcionarios del Parlamento (hoy x hoy un edificio futurista en donde la sala de conferencias tiene en el medio una especie de remolino de espejos que hace que la gente de arriba -el pueblo- los vea mientras toman las decisiones), que fueron los encargados de construir el campo. Lo recorrimos sin hambre, viendo más de lo que todos hemos visto en películas... pero capaz sitiéndote más miserable por pertenecer a la misma raza que esos infames. Algo que me llevé de ahí fue la actitud de Stalin... cuentan que en la prisión (si, si... había prisión dentro del campo... es donde iban los prisioneros políticos) estaba el hijo de Stalin... cuando lo capturaron hubo un llamado de alemanes a rusos ofreciendo un trueque... como el rango del oficial que tenían los rusos era más alto, Stalin decidió sacrificar a su hijo. En fin... MÁS DE LO MISMO. En ese sabroso lugar se decía que la gente entraba por la puerta A y salía por la Z (en dónde estaba la cámara de gas) y mucho más... si bien, como toda Berlín... no impresiona lo que hoy se puede ver del lugar, sino la propia reconstrucción que uno debe hacer en su cerebro, el arte de imaginar. (10/02/08)

Viaje.

Primero. Viena.
Fui a Viena en donde descubrí que Mozart era un jugador perdido y que la flia Strauss hizo un poco más que el vals del casorio. Vi gárgolas blancas perfectamente delineadas en cada calle de la austríaca ciudad, comí en un puestito de salchichas en el frío polar y finalmente estuve 2 horas sentada sin hablar obnubilada con la música clásica. INCREÍBLE.

Vivimos a chocolate caliente y/o vino caliente, el frío es más que cruel; no tanto en Viena que tiene las calles congeladas y que los viejos pasean por los parques con los palos de esquíes. Lo peor del frío fue: BUDAPEST.

Segundo. Budapest.
Salimos del metro, antes tuvimos que superar nuestra idea de ir todo el día con un solo ticket (en Viena NADIE pagó un metro/tram/bus), ya que apareció un guardián húngaro bien conservado pro-soviético y nos exigió que validáramos el ticket. Ahora, volviendo a la salida... fue salir del cascarón y encontrarse en el polo, fue renacer en pingüinos.

Lo que más me chocó fue la cortina de hierro, la bipolarización del mundo. Si bien Viena es Europa del este, comparada a Budapest es Paris. Me imagino que cuánto más al este te vas, más te introducís en el mundo esteño (valga la redundancia). Nuestro hostal estaba en un edificio semi destruido, el dueño parecía el profesor Girafales, y lo único que me decía era: 'yo play movie con Antonio Banderas', y yo le repetía: 'soy ARGENTINA' y él balbuceaba: "Antonio Banderas... Antonio Banderas..." En el ascensor sólo entrábamos dos sin mochilas. El edificio tenía un patio interno en donde un hombre se fumaba un cigarro en remera... o "nicky"... con dos grados bajo cero! "Sin más", como diría Ane.

En resumen; la ciudad me moló, tuvimos que resistir como esquimales la brisa y la nevisca, patinamos por las veredas, vimos a gente resbalar por el hielo y volver a pararse como si el caerse fuera parte del camino. Descubrimos que el símbolo de Budapest es la mano de San Esteban, un clérigo al que se le congeló y fosilizó la mano. Luego se conviritió en un símbolo que todos querían poseer y por el cual luchaban, hoy duerme tranquila en una Iglesia instalada en Pest.

Además de entender que la diferencia con Viena radica en la influencia turca y huna, aprendí que Budapest está dividida por el Danubio en dos: Buda (la parte donde está el castillo en el monte) y Pest (la llanura). Desde Buda se puede apreciar la mejor vista: el parlamento con terminaciones góticas asiáticas y una iluminación tenue que alegra el paisaje resbaladizo.

Pero lo que más me interesó de todo esto es que existen en la calle unos piletones de aguas calientes (o termales) en donde la gente se baña para curar pecados -esa parte es un agregado mio, la subjetividad me puede-. Entrás en un palacio amarillo con un bañador rosa bebe entero y te encontrás con 3 piletas. La temperatura ambiental está bajo cero pero el agua está a 40 grados. Te introducís. No ves, el vapor hace invisible a los demás. Existe la pileta de 40 grados con un tablero de ajedrez flotante en donde el PAMI juega; otra con 25 grados y gente nadando; y quizá la mejor, la de 35... que tiene además un yakuzi y unas corrientes que te hacen dar vueltas en círculo. Lo que es verdad es que salís de ahí y sos OTRO. (09/02/08)

Un paseo por las nubes

Caminás con el paso rígido y llegás. No podes ver lo que miras: fotos y más fotos, mensajes con o sin faltas de ortografía (¿qué más da?), sillas, cajas de cigarrillos, graffitis, flores, y tanto humo apagado que el lugar tiene un sonido insonoro y una melancolía que te convierte de visitante a partícipe.
Estás en el medio de la nada, la detención del tiempo se adueñó de esa calle, que está cortada hace más de un año y la cuál, al parecer, va a seguir con las rejas que dividen el dolor del suceso; las caras se van transfigurando, entrás y no sabes cómo te va a afectar ver lo que verás. Estás desorbitado, no conocés a nadie de las personas que se esfumaron, de esos "ángeles que Dios se llevó antes de la tierra", como dicen los graffitis. Sin embargo, un dolor en el pecho se apodera de tu cuerpo, un mareo corre por tus venas y lees y relees las frases, los mensajes de padres a hijos, de hijos a padres, aunque no te gusta el morbo, lo lees. Blanco, y flores no hay otra cosa, eso y un poco de fotos con ángeles y demás. Caras de personas que no superan los 30 años, en su mayoría no superan los 22, adolescentes felices en fotos caseras que te miran y te piden justicia. Ahora, ¿qué es la justicia? Si todo eso es dolor, si nada va a volver, si esas 194 personas ya no están y no van a estar. ¿Qué podés hacer más que llorar? Llorar por gente que no conociste, y que no vas a conocer jamás. Las piedras contextualizan el dolor con el crujir de los pasos, de a poco se acercan personas: y vos te preguntás, ¿serán familiares o simples visitantes como yo?, ahí aparecen los que indagan, un señor se acerca y te dice: "¿acá era Cromagnon?". Ahí entendés que es otro más, otro más igual que vos. Mirás para arriba, llegás a la puerta y un cielo de zapatillas cubre el aire, lo más triste quizá, es la zapatilla que tiene un chupete rosa que cuelga de sus cordones. Te acercás a la reja, y te trepás a un cantero para observar, ¿y que ves?: una puerta violeta, una calle muerta -tan muerta como las 194 víctimas que ya no están-, un hotel abandonado y un móvil policial. Bartolemé Mitre ya no existe, hoy esa calle es de los pibes de Cromagnon, es "los pibes de Cromagnon". Te bajas del cantero y volvés al santuario pero esta vez no estás más en la plazoleta blanca con flores y fotos, estás en un puestito con ropa quemada, con flores, con botellas de cerveza vacías y más fotos, muchas más fotos. Cartas con letras invisibles que no llegaron a destino, atrapasueños, cajas de cigarrillos... Mirás a través de los trapos, de las banderas y ves sillas, sillas que miran al santuario, a las fotos, a los rosarios, sillas vacías que a veces son ocupadas por visitantes, que lloran y miran para abajo, que traen más fotos o más cartas y vos como simple espectador no haces otra cosa más que llorar, sin entender porqué, sin saber quién es aquel que llora, sin saber porqué llora, te sentís como ese pibe de Cromagnon, que hoy ya no está, que un simple viento con olor a llamas se lo llevó, y desapareció. (19/06/06)

La llave

Instalada ya en lo que se convertiría en su casa, la niña andaba necesitando enseñanzas:no te olvides la toalla gritaban por ahí, no estaría mall llevar un peine le vociferaba su consciencia. Sin embargo uno aprende con el tiempo y la mala suerte. Eso al menos le pasaba a ella. Era un mundo nuevo y no se parecía al cuento de hadas que todos nos hacemos al pensar en el exilio, era diferente a lo que cada imaginario común hace cuando piensa en la distancia.Todas las tareas olvidadas por sus sentidos tenían que hacerse presentes. Sus déficit se multiplicaban al unísono, sus falencias eran más estridentes y la suerte había dejado de ser autóctona del destino, por fin había comprendido que la suerte la hace uno, la busca, la palpa. Era de noche ese día, era su primera experiencia: dormir sola en Barcelona en un departamento ubicado en Sagrera, no tan en el centro, sin su conviviente, sola... sola con un gato entrometidamente hermoso pero sola al fin. El reloj marcaba las 11, aprovecho para ir a llamar a su familia, necesitaba un poco de aliento para esa noche. Cruzó Avenida Meridiana, ancha y diagonal, el pakistaní pareciera estar esperándola. Habló por tel hasta que se dio cuenta que era más mejor conseguir una tarjeta barata, iba a ser más redituable, la compró. Cruzó la calle lentamente para no morir de pie y cuando llegó al departamento sacó su llave y no pudo abrir, intentó una vez, dos, tres... mil y nada la puerta no se abría, volvió a mirar si era o no el lugar, capaz había confundido la puerta pero no, era esa puerta. Era esa misma puerta y su llave no respondía, ya eran las 12 y algo, no conocía el barrio, no sabía el móvil de su amiga, estaba empezando a creer que la noche se hacía tácita y que estaba perdida. Intento una última vez pero vio un personaje extraño haciendo circunferencias a su alrededor, creyó que lo mejor era caminar para pedirle auxilio quizá a la única persona que podía socorrerla: su amiga. Preguntó dónde se encontraba la calle Provenza, como era de esperar nadie sabía, trató de elegir personas mayores, le indicaron la parada del bus nocturno. Corrió para cogerlo pero ya había arrancado y pasan cada 25 minutos, el semáforo se puso en rojo y a lo Forrest Gump lo alcanzó, el chofer no sólo le abrió la puerta y le avisó dónde tenía que bajar sino que también le cambió el pase de bus y metro que como estaba doblado no funcionaba. Descendió en Meridiana y un Hotel. Volvió a atravesar la Avenida, vio a un grupo de motoqueros, era de noche y no sabía dónde estaba parada. Encontró un teléfono público pero no recordaba el número de su amiga, llamó a su hermano y le relató la situación -quería compartir su terror-. Se calmó y le preguntó a una chica por la calle Provenza, no tenía idea. Vio un taxi a lo lejos y le repregunto por el lugar en cuestión, le dijo que tenía que volver al Hotel, era un Carrusel, daba vueltas en círculo y pensaba en porqué Barcelona se estructura como un hexágono y no como un cuadrado. Se instaló en el Hotel, y buscó Mallorca (que la guiaría hasta Provenza) era oscuro, calles de piedra que se cruzaban y recruzaban entre sí, majos sentados fumando cigarrillos y observándola al acecho, ella caminaba y trataba de no llorar. Había pensado seriamente en sentarse a llorar, pero le pareció que iba a perder energía. Dio más vueltas y llegó a una peatonal, vio otro taxi y corrió hacia el: "por favor señor, la calle Provenza". Es a una cuadra por este lado, caminó rápido por esa peatonal desnuda con bicicletas muertas y sonidos lejanos en lenguas extrañas, miraba al frente como si supiera su paradero y su destino. Llegó. Provenza se hizo presente y con ella, la casa de su amiga, gritó por la ventana, no tenía timbre... en pijama su amiga la miró desde arriba, le tiró las llaves. Subió extasiada, no podía creer estar ahí. Su amiga y la madre se vistieron y emprendieron la vuelta, llegaron más rápido de lo que se imaginaba, era cerca pero la estructura hexagonal convierte el cerca en sideral. Apenas colocó la llave en la puerta, el cerrojo giró y abrió con facilidad. (21/08/07)

Los Pibes del Borne

Un pasaje en pleno barrio gótico, Catedral de fondo, escalinatas y el Borne. Barcelona, cuidad moderna y ancestral bautizada por Gaudí y por el mismo Zeus desde el Olimpo. Los pibes del Borne están ahí sentados en las escaleras de esa Iglesia, son 10 escalones en una esquina, es de noche, creo que lunes. Los “pakis” caminan y venden la estrella dom a 1 euro. De frente a esa puerta invadida por los borrachos que se sientan a observar hay una vereda con bancos enfrentados y adornos: un baúl, una estatua, si se abre la perspectiva aparecen bares de ambos lados de la vereda. La luna es acompañada por los faroles que convierten a la manzana en un bolevaur de sueños rotos. De un lado está la pizzería que intenta convertir al Borne en San Telmo con pizza, empanadas y alfajores havanna, del otro un bar brasilero. Ellas se encuentran en un banco con vista a la pizzería hablando con un australiano y dos suecos. Los pibes están en su parada... ellas caminan hacia ellos y se sientan a ver la nueva serie del día. Los escenarios cambian de protagonistas, ellos: los pibes del Borne son los dueños de la cuadra, todos los caminantes son evaluados, aceptados o burlados. Él quizá es el líder, es petizo, pelado y narigón pero sobre todo es malo. Las risas no cesan, una chica camina desesperada, es morocha con pelo lacio, lo persigue, él es un niño con melena rubia de tanto arsénico. Ella tomó mucho y le grita: "me vas a pegar", él se resiste... se desplazan como el agua desde el costado izquierdo de las escaleras al derecho, terminan en una pared, él no le contesta, ella sigue buscando que la golpee, los pibes alientan el pleito, toman otra cerveza de las “pakistanas”. Él se va, ella lo sigue. "Vení boludo, vení con los pibes", Andy se acerca, es moreno y árabe, se dedica a vender estrella dom por la calle, "está caliente esta birra pelotudo, traéme otra", le grita uno de los pibes, todos se ríen -incluso Andy-. Dos borrachos más, figuras fijas de la ciudad, se van acercando a los pibes, el más malo les echa una minuciosa invitación... uno va en bici, el otro no puede caminar derecho... el de la bici va directo hacia el pelado y le dice: "hey vos, qué pasa con mi chaval", el pelado se para y lo empuja. "Oye que no me vengas a apurar a mi borracho de mierda", el de atrás de repente puede caminar bien, el de la bici con su gorro ázul lo mira, y no lo provoca más. Los pibes se levantan y tratan de calmarlo, el pelado enano sigue “bardeando”, levanta su puño y se lo incrusta al bicecletero, lo deja en el suelo. Se ayudan entre ambos borrachos, se escucha a uno de los pibes: "ya está, no armes quilombo", a lo barra brava porteña, el pelado levanta la bici y está apunto de tirársela en la cabeza al borracho, los pibes lo frenan. Los borrachos se van, uno de los del Borne levanta la gorra ázul que se quedo sin dueño. El ambiente se cubre de risas. "Sebas, estás loco, porque la bardeas así", "la próxima ligas vos, cómo te vas a meter, ese borracho de mierda me viene apurar a mí", se ríe, los demás pibes del Borne, inclusive el concienzudo, estallan en una carcajada, "le vieron la cara?, apurarme a mí... ". De repente la cuadra se calla y aparece un hombre caminando con un enterito ázul clarito y una remera rosa, el pelado lo sigue hasta una de esas callecitas que cubren Barcelona que son como pasajes oscuros con casas viejas y altas, corre y grita, "no, este es Quico, alguien lo tiene que estar esperando del otro lado para grabarlo, esto no puede ser verdad". Más cerveza le piden a Andy, y Andy reclama la deuda: "vos me debés 3 euros", "eh pelotudo, conchudo no te pago nada". Se prenden un porro... Andy fuma con ellos. Un camión de limpieza y medio ambiente se estaciona en frente de la escalera, hace marcha atrás, da la vuelta, Andy corre y esconde sus cervezas. Finalmente parquea y salen dos personas vestidas a lo green peace, miran a los pibes y escuchan sus puteadas mientras limpian una cabina de teléfono. Terminan, arrancar el coche y se van. El pelado empieza a hablar del barrio, "yo soy de los cien barrios porteños", prenden otro porro. Andy comienza una pelea con los otros “pakis” que venden dom... palabras árabes entrecruzadas tiñen el Borne y sus faroles se llenan de niebla. Se empujan, los pibes piden pelea y dicen que esa cuadra es como una película. Andy y el otro “paki” del pleito se sientan en unos de los bancos y se abrazan. Aparece el segundo camión, esta vez el de la limpieza, bajan y limpian escalón por escalón, los pibes se paran pero no dejan el rancho, aparece un borracho con la bragueta abierta, no puede hablar pero balbucea, el enano se enoja, los pibes por primera vez se aburren, son las 5... están cansados. Ella le agarra el brazo y le dice: "Sebas, ya fue, vamos". Caminan... los pibes se dividen cada uno por un lado del laberinto, el Borne se va a dormir. (28-08-07)